El componente afectivo

Es sabido por todos que trabajar con adolescentes no es tarea fácil. No obstante, cuando el aprendizaje se ha llevado a cabo con éxito es sumamente enriquecedor para todos. Sin olvidar las normas mínimas de clase, la clave de todo está en conectar con los alumnos y aquí el factor humano es primordial. [1]

Pensamos que debemos mostrar empatía continuamente con los alumnos. Muchas veces nos preparamos una clase, pero vemos que ese plan no es adecuado para esa hora de clase. Notamos al entrar en clase que los alumnos están cansados, muy activos, de mal humor o que simplemente no tienen ganas de hacer nada. ¿Y qué hacemos nosotros? Debemos ser flexibles. Una vez se haya percatado cuál es el ambiente general de la clase, debemos adaptar nuestros materiales y plan de clase a la situación específica del grupo. La cuestión es “ganárnoslos”, que vean que nos preocupamos por ellos y que queremos lo mejor para ellos. Podemos decirles que si trabajan bien en esa clase, al final le pondremos un vídeo o escucharemos una canción que les guste. No se trata de darles un premio como recompensa, se trata de que cumplan nuestras normas básicas, que hagan lo se ha establecido entre tú y ellos, que lo vean como algo normal, y que al final podremos hacer algo para que se relajen. Te recomendamos que tengas una serie de actividades comodines que puedas usar en estos casos. Estas actividades pueden ser canciones, juegos o videos, por ejemplo.

Lo que está claro que es que el éxito del aprendizaje está si hacemos actividades que ellos vean pertinentes y que comprendan. Básicamente se aprende, si los alumnos comprenden lo que están haciendo. Y si los alumnos comprenden lo que están haciendo, se sienten bien y el ambiente de clase será adecuado. El alumno debe estar en el centro del aprendizaje y las actividades que les ofrezcamos deben ser, como hemos dicho, pertinentes para ellos y significativas.

Los estudios de Heron, en su libro Feeling and Personhood: Psychology in Another Key (1992), están basados en los factores que influyen en el aprendizaje. Para él, si consideramos el aprendizaje como una pirámide, arriba de todo estaría la acción o práctica, a un nivel más bajo el aprendizaje conceptual con la reflexión del aprendizaje, más abajo el aprendizaje causado por la imaginación y la intuición, por ejemplo con el uso de imágenes, y abajo del todo, en la base de la pirámide se encuentra el componente afectivo, donde las emociones actúan. Esto implica que sin el componente afectivo, el aprendizaje no se lleva a cabo, es decir, que no se aprende. Todo lo que está arriba de la pirámide se debe a la base afectiva y emocional. Estos estudios no hacen reflexionar sobre la importancia que tiene el componente afectivo dentro de las habilidades de autogestión en los enfoques de aprendizaje. Si conectamos con los alumnos y hacemos que sientan de manera positiva, el aprendizaje de nuestra asignatura está asegurado.


Notas al pie

  • 1. Encina Alonso, Soy profesor/a: aprender a enseñar 3, Madrid: Edelsa, (2016).
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