Hábitos

miércoles 17 de mayo 2017

El University College de Londres ha demostrado que hacen falta 66 días para que se cree un hábito y pueda mantenerse durante años. Eso significa que si durante ese número de días “repites algo cada día en la misma situación, se convierte en una reacción automática ante dicha situación”, explica Jane Wardle, coautora del estudio que se publicaba en la revista European Journal of Social Psychology.

Muchos siglos antes el filósofo Aristóteles  afirmó: “Nosotros somos lo que hacemos reiteradamente. Por lo tanto, la excelencia no es un acto, es un hábito”.

Las rutinas y hábitos son uno de los pilares, junto con el establecimiento de límites, que dan lugar al sistema de auto-regulación que nos permite elegir la conducta que resulta conveniente emitir en una situación particular, y manejar la afectividad adecuadamente.

No obstante las rutinas pueden aburrir y nuestro cerebro necesita emociones, sorpresas, crear nuevas conexiones.

Por consiguiente por una parte…

Los hábitos proporcionan un andamiaje y un contexto seguro para que tenga lugar el aprendizaje. Los alumnos necesitan estar en un entorno conocido donde esperan lo que va a venir, les gusta familiarizarse con el contexto.

Por otra…

  • el que los alumnos puedan elegir, cambiar las rutinas, fomenta la motivación. Cuando se le dan al cerebro varias oportunidades diferentes, es siempre positivo. Tanto la corteza como la amígdala responden de una manera positiva y fomenta la motivación.
  • El hecho de que haya elementos nuevos, motiva y ayuda a centrar la atención. El cerebro funciona muy bien ante lo inesperado, lo nuevo, porque se tiene que poner alerta para el aprendizaje. El sorprender a los alumnos con una canción, un vídeo, un chiste, en resumen, una forma de hacer las cosas de una manera diferente, les ayuda a aprender mejor.

Y para terminar os dejo con un pequeño cuento de Luciana Acuña del libro "Fábulas para antes de dormir".

"Había una vez un picaflor llamado Santiago que volaba velozmente de un lado para otro. Todos sus compañeros siempre lo veían muy apurado y nunca nadie lograba alcanzarlo. Aunque era el más veloz de todos en su especie, siempre estaba atrasado con sus tareas. Santiago siempre se quejaba: 'a mí el tiempo nunca me alcanza para hacer todo lo que tengo que hacer'. Como todos tenían las mismas tareas, un viejo sabio picaflor decidió seguir durante un día a Santiago para averiguar que sucedía y develar el gran misterio. Descubrió que mientras todos iban a comer, en el camino, Santiago se distraía juntando materiales para construir su nido. Y así con todo. El pequeño picaflor siempre encontraba algo en su camino que le parecía más importante o divertido y lo distraía, y no terminaba con lo que había comenzado en un principio. 'Tu problema es muy simple', dijo el viejo picaflor sabio. 'Debes organizar tus tareas y terminar una para comenzar con la siguiente. Así tendrás tiempo de sobra para hacer todo lo que quieras'. Santiago, probó este nuevo método y se dio cuenta que funcionaba a la perfección".


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